viernes, 31 de agosto de 2018

5 Tradiciones de Hombres que Obstaculizan el Recibir nuestra Sanidad - Parte 1

 

5 Tradiciones de Hombres que Obstaculizan el Recibir nuestra Sanidad

Marcos 7:5
5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
6 Respondiendo él,  les dijo: Hipócritas,  bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.
7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Unos de los mayores obstáculos para recibir la sanidad vienen de las tradiciones de los hombres.

Estos obstáculos no solo vienen de la tradición, sino también de las supersticiones, y de la mala interpretación de las Escrituras.

Para poder quitar estos obstáculos que nos impiden recibir sanidad, veamos algunos de las más conocidas.


Primera Tradición
Dios Enferma a las Personas

Esta es una de la excusas que más he escuchado, que Dios enferma a las personas.

Los que creen esto dicen que en el Antiguo Testamento dice que Dios envía enfermedades sobre las personas.

Siempre citan Éxodo 15:26 donde dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”

Otros versos que usan son Isaías 45:7 que dice: “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad (otras versiones dicen “creo el mal” y otras “creo la desgracia”). Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Y Miqueas 1:12 donde dice: “Porque los moradores de Marot anhelaron ansiosamente el bien; pues de parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén.”

Es obvio que estos pasajes escritos en la Versión Reina Valera no nos dan el verdadero significado del manuscrito original en idioma hebreo. Sabemos que Dios no crea las tinieblas; y que el mal no viene del cielo. Dios solo permite el mal, no lo crea.

El mal no puede venir del cielo, porque ahí no hay mal. Dios permitió que venga, pero no lo creó. Tampoco creó la enfermedad. Solo permite que venga como resultado de la desobediencia del hombre.

Como decía John Alexander Dowie: "La enfermedad es el asqueroso engendro de su padre el diablo y su madre el pecado."

La clave para estas dificultades en el idioma consiste en el hecho de que el verbo activo en hebreo ha sido traducido en el sentido causativo cuando debería haber sido traducido en el sentido permisivo.

Robert Young, señala este error en su libro Sugerencias y Ayudas para la Interpretación Bíblica. Dice que Éxodo 15:26 se traduce literalmente de esta manera: “Ninguna enfermedad, que yo permití que sean traídas sobre los egipcios, permitiré que sean enviadas sobre ti, porque yo soy el Señor que te sana.”

Otros piensan que Dios enfermó a Job; deberían leer un poco su Biblia y darse cuenta que no fue así,  Pero si leemos bien el libro veremos que no fue Dios quien lo hizo, Él solo lo permitió, el diablo fue quien lo hizo.

En Job 2:4-7 vemos esto claramente: “Respondiendo Satanás,  dijo a Jehová:  Piel por piel,  todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano,  y toca su hueso y su carne,  y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás:  He aquí,  él está en tu mano;  mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová,  e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

¿Cómo pueden decir que fue Dios quien enfermó a Job cuando la Biblia muestra claramente que fue Satanás?

Debemos tener en cuenta lo que dice en Hechos 10:38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” 

Este verso muestra que Jesús es el sanador, y Satanás el opresor.

No existe ningún caso en la Biblia en que Dios ó Jesús hayan puesto enfermedad sobre alguien.

Además si Dios era el que enfermaba a la gente, Jesús se levanto conta la voluntad misma de Dios ya que el sanó a todos los enfermos.

Así que no le echemos la culpa a Dios de algo que no hace, Dios no es el enfermador, lo es el diablo.


Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme

Aquí hay otra excusa religiosa de la gente para no recibir su sanidad.

Muchas personas que cuando oran por sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.” 

Escuche un programa de cristiano de televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.” 

Cuando su hijo murió pensó que esa había sido la voluntad de Dios; y anunciaba públicamente que eso fue un trato de Dios con ella.

Ese tipo de oración es total falta de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su Palabra que Su voluntad es sanarnos.

Los pecadores no oran: “Señor, sálvame si es Tu voluntad.” Sería algo ridículo, pues la Palabra de Dios declara que el Señor esta: “... queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8).

También dice que “... el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”

Esto es tan tonto como el que un hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu voluntad.”

La Palabra de Dios nos dice claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra sanidad. Por ejemplo, en Mateo 8:17 dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Cuando leemos este verso y nos damos cuenta completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar el punto de quiebre en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra “nuestras.” Declararemos confiadamente que Jesús mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y que por sus llagas hemos sido sanados.

Al decir confiadamente que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias; traerá nuestra sanidad directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!

Cuando llegué a Santiago de Chile estaba con 2 maletas bien pesadas, lo último que quería hacer era llevarlas, un hermano cargó las maletas por mí y las llevó al lugar donde me alojaba; fue un gran alivio, ya no tenía que llevar mis maletas, el hermano lo hizo por mi.

Del mismo modo Jesús ya llevó nuestras enfermedades; así que no hay necesidad alguna de que ambos las llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar “si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!

A la mayoría de personas que no creen en la Sanidad Divina no les gusta este verso.

Una persona dijo que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.

Parece que se olvidó que Mateo escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de Mateo, escribió: “El mismo TOMÓ nuestras enfermedades y LLEVÓ nuestras dolencias.”

Otra persona desarrolló la teoría de que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.

Pablo dijo que seríamos transformados en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la sanidad.

La promesa de la sanidad divina nos pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. El hecho consumado de que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “Sáname si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente cual es Su voluntad.

He escuchado gente preguntar, sin citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero Cristo no nos enseñó a orar: “Padre, hágase tu voluntad?” Lo que no se da cuenta esta persona es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!"

Y como dice la ley de la hermenéutica: "Un texto sin contexto no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".

Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.

Y por ese motivo, como no hay enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces Su voluntad es que tampoco haya enfermedades ni dolencias en la tierra. Si Su voluntad se hace verdaderamente en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias aquí en la tierra.

Un hombre dijo que él sabía que la voluntad de Dios era que no fuese sanado de una dolencia física que tenía. Decía que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y alguien que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.” Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios sanarle.

No se dio cuenta de que era el diablo que lo estaba engañando.

Podemos estar tan seguros que la sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos de que salvar a los perdidos es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra es su voluntad.

La misma Biblia que dice en Juan 3:16 que "de tal manera amó Dios al mundo que dio a Hijo Unigenito para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.

Es la misma Biblia que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra sigue vigente hoy.

Así que no eres: "Padre, si es Tu voluntad sáname"; sino: "Padre, yo recibo mi sanidad hoy conforme a Tu voluntad."

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